En
la entrada anterior explicaba mi recelo hacia la euforia que sentía el
madridismo en general por el paso a
cuartos de Champions. ¡Habíamos pasado a cuartos! Nada más, y nada menos.
Ayer
el Barcelona pasó de ronda. ¡A cuartos! Nada más, y nada menos. A pesar de
estar ante “el equipo más grande que ha dado la historia del fútbol”, nos
quisieron convencer de que para el Barça sería un partido difícil. Allí no hay
Central Lechera. No. Allí ese trabajo lo realizan desde el niño que empieza a
hablar hasta el inmigrante recién llegado. La red transmisora es amplia y
entregada a la causa. Los periodistas
catalanes dan a conocer el pensamiento general culé. Lo transcriben. Hicieron
que pensáramos que pasar a cuartos sería quimérico. Creo que preparaban, y
siguen preparando, al país para decir
adiós a un ciclo de la forma menos dolorosa posible. Sutilmente. Un "tenemos que hablar..."
Es
absolutamente obvio que el Barcelona está pasando el peor momento desde que Guardiola
se hizo cargo del equipo. Aunque lo
quieran mantener en secreto. A pesar de
la superioridad en Liga (este año), algo está pasando. Lo intuimos. No lo
sabemos con certeza. Allí no hay Central Lechera. No. Allí cierran filas.
¡Victus! Como la madre que tapa los defectos de sus hijos, los periodistas
afines al régimen esconden las carencias del Barça, las disimulan y, sobre
todo, las niegan. ¡Todos a una!
En
los últimos cuatro años no había dudas. Este año ha sido distinto. Este año han
pretendido que pensáramos que podían caer. Por si acaso. Contra el Milán, un
equipo joven y mediocre y venido a menos y a la busca del tiempo perdido. No
había necesidad de apelar al espíritu Bakero con un rival así. Lo hicieron
todos. Desde el presidente Rosell (posando con el lema nacional “podemos” bajo
el logotipo de "El Mundo Deportivo") hasta el racial Gerard Piqué Bernabéu. El
segundo apellido parece broma. Lo de su rueda de prensa es de estudio. De cómo
afecta la paternidad en el sistema hormonal del homo sapiens. Podía haber dado
la rueda de prensa desde la Hofbrauhaus de Munich. No
hubiera desentonado. Y todo para ganar al Milán. Y en octavos. No está de más
recordar el paso del Barça por Champions. Fue el grupo más asequible de Europa:
Celtic, Benfica y Spartac. Con empates y derrotas incluidas se vieron en
octavos con un dos a cero en contra. A remar todos. Con el Barcelona todos son
todos. Sin fisuras. Religiosamente. Lo
de Copa y Liga contra el Madrid fue excesivo. No podían, los amantes de la
terra, dejar caer su símbolo. El escudo del Barcelona, para ellos, significa
más que un club de fútbol. La Creu de Sant Jordi y las cuatro barras así
se lo recuerdan a diario. En cada esquina. Y así lo sienten. Y ejercen a
sabiendas de que no volverán a tener un equipo tan glorioso. Son conscientes de
que es deber de todos empujar al club para que por la inercia, más que por el
juego de los últimos meses, llegue lo más lejos posible. Saben también por lo
que están pasando y saben que hay que tapar. Conocedores de que no tienen entrenador. Conocedeores de que el
presidente Rosell no actúa porque no sabe qué hacer. Y reconociendo que es el presidente más
mediocre del Barcelona teniendo el mejor equipo de su historia. Le dieron El Dorado y no supo elegir virrey. Y sigue
sin hacerlo.
Han quedado
fuera de Copa contra el Real Madrid. La verdad es que su paso por Copa también
es digno de recordar. Sus víctimas: Alavés, Córdoba y Málaga. Aquí tampoco hubo
críticas. ¡Hagamos piña! ¡Victus!
Más allá de
todo lo dicho, el Barcelona está tocado. Físicamente está mal porque no hay
entrenador. Tácticamente está mal porque no hay entrenador. Xavi está mal
porque no hay entrenador que dosifique sus fuerzas. Si Xavi está mal, está mal todo
el Barça. Incluida La Masía, sin referencia para el futuro. Parece que Thiago
no tiene la confianza del “no entrenador”. O del entrenador. La sensación, desde fuera, es que el velo que
nos quieren poner delante de los ojos no es lo suficientemente tupido. Hay
jugadores de la primera plantilla del Barcelona que piensan más en el proyecto
de Guardiola con el Bayern que en el de su actual club. Quizás uno de ellos sea
Valdés. Viendo su experiencia es difícil entender su desconcierto. Incapaz de
contener su ira en el Bernabéu y dejando que sea Pinto (otro bulto sospechoso
no reconocido ¿o sí?) el que defienda los próximos nueve puntos en Liga. Veremos. Por
otro lado, está Messi. Las pocas veces que el jugador no da lo que suele dar
(es humano), el Barcelona zozobra. Sin embargo Messidependenca es palabra tabú. Imagino que la última vez
que salió Messi en camilla del Nou Camp, La Moreneta tuvo trabajo extra. Pude oír cómo el estadio entero dejaba de respirar. Lo vimos todos el día del Benfica.
Otro problema,
grave, que empieza a ser cada vez más patente es la defensa. Puyol está en la
recta final de su gran carrera. Dani Alves tarda media temporada en ponerse a
tono más preocupado por temas ajenos a su profesión. Piqué es un jugador que necesita tutor. Es poco responsable y necesita un
intendente de garantías. Ni Mascherano ni Song son suficientemente buenos para
hacerle mejor a él. Por otra parte, darle el mando de la defensa del Barcelona
a un niño no es conveniente. La ley natural del fútbol tendría que haberle dado
ya la dirección de la defensa y no lo ha hecho. Ni el gesto que dio la vuelta
al mundo con la palma de la mano extendida
tras el cinco a cero contra el Madrid le valió para hacerse con el poder. ¡Con
lo que eso viste! No lo será nunca.
En esta
entrada no hablaré de los cambios de estrategia en cuanto a declaraciones, que
también. Todo juega cuando te sientes débil.
No nos lo
dicen pero algo está pasando. Lo presentimos. Lo veremos. Porque es fútbol.