jueves, 11 de abril de 2013

¿Excelencia o Involución?






Dicen que segundas partes nunca fueron buenas. El caso de Arbeloa no iba a ser la excepción. Una de las satisfacciones más grandes que puede tener un aficionado, de cualquier equipo de fútbol, es ver evolucionar a “sus” jugadores desde las categorías inferiores. Durante este proceso evolutivo nos muestran sus progresos, porque para eso y para instruirles está la cantera. Los devotos a la causa vamos viendo las cualidades de cada uno de ellos. Barruntando su futuro. Por si las moscas.
El caso de Arbeloa es el contrario. Es la involución. Ha ido a peor desde que llegó al Madrid tras su paso por Liverpool. Y ha ido a peor, entre otras cosas, por falta de humildad. De todo lo que se necesita para jugar al fútbol, Arbeloa siempre ha ido justo por cuestión genética, supongo. Me indigna bastante ver a un jugador profesional de fútbol que, aun sabiendo sus limitaciones, no es capaz de asumirlas e intentar mejorar. Me viene a la cabeza el jugador danés Thomas Gravesen. Jugador limitado asumiendo su rol en el equipo. Justo de virtudes futbolísticas, sí. Pero humilde. Corta y da que es para lo que estás. He conocido jugadores de categoría regional con más recursos técnicos que Arbeloa. Ni es broma, ni son pocos. Arbeloa cree que posee la intensidad de Alves, la disciplina táctica de Ivanovic , el físico de Richards, la belleza de Beckham y el temple del mismísimo Morante de la Puebla. Craso error. Otro más.
¿Cómo es posible que un jugador del Madrid, con treinta años y con experiencia, deje a su equipo con diez por un gesto chulesco y engreído contra el árbitro? Recuerdo que el partido se estaba volviendo bastante hostil. Arbeloa en un ataque de vanidad se autoexpulsa. No asume que Essien pueda quitarle el puesto. Recuerdo también que Arbeloa sale al campo “gracias” a la lesión de éste. Ahí lo dejo. Involución. No ha aprendido nada. ¿Cómo es posible que el lateral derecho del Real Madrid haya realizado catorce centros al área en veinticuatro partidos de Liga? Es decir, menos de dos centros al área por partido. Equipo incompleto para cumplir sueños sin que intervenga la gracia divina. Y ¿cómo es posible que haya sido Arbeloa el elegido entre jugadores de la calidad de Borja Valero, Javi García, Jurado, Soldado, Granero, Negredo, Mata? ¿Involución de la cantera? Y lo que es casi peor, ¿cómo puede un jugador del Real Madrid celebrar en Cibeles una Copa del Rey sin quitarse las gafas de sol cual sheriff de tercera del estado de Ohio? Bueno, esto ya no es involución sino trauma. Alguno tendrá.

Michel Salgado, Chendo, Quique Sánchez Flores, Panucci… ¡Ay! (Suspiro mediano, tirando a gran suspiro).

Presidente Pérez, tres factores determinan el éxito para los jugadores y, por consiguiente, para su anhelada excelencia: Abnegación, Calidad y Suerte (ACS, no olvidará estas siglas). Y el factor importante, en el Real Madrid, debería de ser la Calidad. La futbolística y la humana. Si falta alguno de estos factores, por favor, que no sea la calidad. Ambas. No en el Real Madrid. En el Madrid no vale cumplir, respuesta generalizada en conversaciones sobre Arbeloa. Cumplir es obvio y por supuesto. Cumplir en el Real Madrid se presupone, como el valor...Ya sabe. Cumplir, solo es suficiente, cuando en el Madrid tendría que ser, al menos, notable. Cada trabajador del club, desde usted hasta los encargados de la limpieza, pasando por el entrenador, las azafatas de palcos e incluso Silvino Louro, cada aficionado, todos, debemos dar al club un plus más. Y si no tienen o tenemos ese plus que ha hecho del Real Madrid lo que es o ha sido (hay opiniones más allá de sus encuestas), no deberíamos formar parte del club. Evolución, no involución.

Presidente Pérez, el Club necesita un suplemento. Hace algunos años lo teníamos. Un valor añadido que haga ver al madrididista, al aficionado al fútbol en general, y a los rivales, que el lateral derecho del Madrid no sólo cumple sino que es el que corresponde a la historia y al presente y al futuro. La excelencia se consigue con personas excelentes. No es excelente quien insulta al árbitro a la cara en un partido que ya se había puesto de ojos cerrados. Arbeloa no lo es ni en el juego ni en las formas. Y no es excelente quien mete el dedo en el ojo de nadie. Por historia, por presente, por futuro. Y no es excelente Pepe al tener crisis de locura transitoria mientras viste la camiseta que  millones de niños, de todo el mundo, guardan en sus cajones o cuelgan de las paredes de sus habitaciones. Y no es excelente el aficionado que no cumpla con el significado de estas dos palabras: Real Madrid. Los motivos son idéntidos: historia, presente y futuro. No cabe vulgaridad en la élite de la élite, ni en la excelencia, ni en el Real Madrid.